domingo, febrero 20, 2011

EL SOL FALLECE

Veo pasar, muy lentamente,
todo ese amor hacia la muerte,
ella se va, deja mi mente,
por causas que hoy, yo no comprendo.

Ella lloró, regó sus lágrimas,
sin comprender su fea suerte,
conmigo a su lado, todo fenece,
no pudo ahí, volver el tiempo.

Se va a prisa, se desvanece,
solo percibo, el aroma de su cuerpo.

Deja aquí, dentro de mi pecho,
un gran vacío, llenó el espacio,
donde su cuerpo llenaba mi vida,
hoy sólo creo, que el sol fallece.

Ya justo aquí, un gran inclemente,
llora y grita, por lo que pierde,
y mis palabras se marcan fuerte,
dejan decir: amor eterno.

Se va a prisa, se desvanece,
solo percibo, el aroma de su cuerpo.

Hay otro día, ya no me importa,
sigo aguardando que ella vuelva
y desde aquí veo venir,
rauda la muerte, a mi…

Tanto dolor, he soportado,
que ya agoté todas mis fuerzas,
viajo solo, en busca de ella,
encuentro sólo su fantasma…

Se va a prisa, se desvanece,
solo percibo, el aroma de su cuerpo.

Todo es inútil, se acabó el tiempo,
ya amaneció, ya hemos muerto.
El mundo nuestro: se consumió;
quedan cenizas, el sol fallece.

miércoles, febrero 16, 2011

OTRO MÁS

Abandonado en un rincón se encuentra él, ya a nadie le preocupa. El qué le pase a nadie le importa, el mensaje ya no fluye. Con la cabeza clavada sobre su pecho se muere poco a poco, muere de abandono, muere de desprecio, muere de silencio; vive de soledad. La soledad le roza a cada instante, le transforma hasta aislarlo, le muta constantemente: ya es hombre, ya objeto, ya cosa, ya nada…

El silencio, por callar, le ha cortado la facultad de habla, ya no sabe pronunciar palabras, no las necesita; pero ha aprendido a escuchar el silencio con sus constantes decires, con sus mensajillos camuflados que sólo capta y comprende quien ha vivido en silencio absoluto (quien ha callado sus pensamientos, sus sentimientos, su corazón, sus ojos, su boca, su respiración: quien ha mutado por hombre-objeto-cosa, quien ha muerto para renacer supra consciente, quien vive totalmente muerto).

Cosas se viven, cosas se sienten; pocas entendemos, de pocas aprendemos. Hombre-objeto-cosa son uno, indivisible, incomprensible, inmaterial. La mirada perdida a algún sitio se dirige. La palabra mal dicha también se escucha. Al andar en círculos también se desplaza. Al pensar acertadamente también se yerra. Al pensar equívocamente también se razona. Al vivir plenamente también se muere…

La historia es una, solo cambia el narrador. Raudo el tiempo transcurre y, desde el rincón de su vida parcelaria, él observa los agravios, su pensamiento volátil a nada le conduce, y el tiempo transcurre al parecer cada instante más rápido, y él suspenso en el rincón, ya de pie, ya de rodillas, ya sentado, ya tendido, ya soñando, ya inerte, ya niño, ya joven, ya adulto, ya… ya; y todo eso es a la vez, no hay sucesión ni orden, es como la cachetada: al momento.

Y el ojo ve la rosa que crece, esplendorosa, fértil, vigorosa, sobre el abdomen putrefacto de aquel hombre-objeto-cosa, todos le rodean y le contemplan con ansias: ¡Que hermoso espectáculo! ¡Es tan bella la rosa!; otros no saben de bellezas, pero igual se sienten aliviados, encuentran allí, en el apestoso cadáver, en la carroña, el alimento, la opción de vida, la satisfacción de la necesidad latente; otros ni lo uno ni lo otro, solo disfrutan con mórbido deleite el dolor, la angustia y la muerte ajena, como compensación a sus frustraciones o como medio para sentirse superiores. Y he allí, en aquel puto rincón, otro más.

 

(Septiembre/11/1995)

 

VOS

(A:M)

Verdad incontenible,

vivacidad primaria

naturaleza impredecible,

belleza legendaria.

 

Pupila descarnada,

palabras laboriosas,

escucha alentada,

¡cambias tantas cosas!

 

Me niego a continuar,

se menguan mis palabras,

no puedo ya expresar,

¡que cosas tan extrañas!

 

(Septiembre/06/1995)

 

CÓMO NACIÓ EL SOL

Su figura para formarse deformó

la articulada y estética figura de

quien la pariría.

 

A medida que se desarrollaba

hinchaba como globo el vientre que la albergaba

su sonrisa crecía, al ritmo de las lágrimas.

A ratos parecía querer salir a ver

quién y por qué lloraba, lloraba su nacer.

 

Recorrió en ese vientre los estados del amor,

sintió el calor del abrazo,

la calma del susurro,

la tranquilidad del cariño,

lo abrasador de la pasión,

la acidez del dolor,

lo mortal de la incomprensión;

pero principalmente, descubrió,

descubrió su misión:

ser referencia y orientación de actos y sentimientos,

de instintos y ensoñaciones,

de pragmatismos y utopías,

de realizaciones y frustraciones,

de angustias y sosiegos,

es decir, de vida y muerte

de quienes le engendraron.

 

Y llegó el día en que su mundo se abrió

más allá de la calidez en que empezó su existir,

hubo de sentir el vacío de alguien a su lado,

hubo de tiritar a pesar del fuego

hubo de llorar para otros poder reír

hubo de pensar cuando ya existía

hubo de mirar para poder ver

hubo de oír para poder escuchar

hubo de palpar para poder tocar

hubo de lamer para poder gustar

hubo de respirar para poder oler

hubo de… también para poder… además.

 

Ahora es aquello para lo que fue destinada:

pensamiento vivo aspiración mutada,

cambio repentino sueño derrotado,

punto en el espacio referencia universal,

espíritu vagabundo cuerpo material,

verdad insondable experiencia muerta,

simplemente vida excepcional estrella.

 

Todo se sabe, nada ha dicho,

ignorancia docta, sapiencia malograda,

sólo llora y le entienden.

¿Acaso será el llanto el lenguaje universal?:

Todas las madres lo entienden,

a todos los padres les espanta,

todo conquistador le ignora,

todo decadente le ensalza,

todos le viven,

todos le sienten,

todos le corrompen…

 

Su gracia es corta,

desarmónica y arrítmica.

Por sol se le conoce,

Estrella o Astro le llaman,

pero ellos, los sacrílegos,

decidieron renombrarle

y GHEIRA le han llamado.

 

(Junio/16/1995)

 

martes, febrero 01, 2011

ANTOJOS

(A: M.)
     Habla, piensa y se desenvuelve como hombre,
                                     pero,
                            desde el fondo,
                        desde lo más profundo de su ser,
                                   es mujer.
                             Mujer como pocas.

     Ella es grande, que digo grande: enorme.
Su pequeña figura alberga una fantástica inmensidad.
  Su sonrisa es elástica: se extiende a los demás.
             Su pensamiento: viene de si, sin excluir.
    Su aspecto negativo: es mujer. Sin embargo,
        se comporta, sabe serlo sin fastidiar.
Corrobora el que existen excepciones a la regla:
                  Las mujeres son estúpidas.
         Falla la regla, cae el principio.
               (Para mi ventura y alegría).
Ahora no hay impedimentos, no hay prevenciones.
                       Ya no es mujer,
                          al menos
                    no mujer estúpida.


(Junio/16/1995)