martes, abril 05, 2011

OTRO MÁS (iii)

Y sales en las mañanas desbordante de sueños, tomas el autobús que te arrastrará con tu carga de sueños hasta el lugar en el cual continuas tus tareas. Y llegas a tu lugar de trabajo y les saludas y te saludan, y deseas que estén bien, y ellos desean que estés bien; pero ni a ti te importa su estado realmente, ni a ellos el tuyo. Y trabajas, y eres eficiente, y eres productivo, y les hace ganar dinero, y tú te ganas un miserable salario que apenas si alcanza para que cubras tus mínimas necesidades, y te regañan, y te explotan, y te felicitan, y te sobornan… y durante el trabajo no sueñas. Y termina tu jornada y te despides de ellos con un hasta luego, cuando en realidad no quieres volverlos a ver nunca, ni ellos a ti. Y llegas a casa, y estas a salvo, y te sientes seguro, y sueñas, y fabricas mundos, y todo lo arreglas, y pasa la noche, y tu soñando… y sales en la mañana enchido de sueños…

(Febrero/17/1995)

OTRO MÁS (ii)

Cotidianidad, nada nuevo, todo igual, todo viejo, todo recuerdo, todo nada, todo todo.
Caminar con la sangre desnuda por un mar de indiferencia te pone al descubierto, quizá todos querían hacerte daño, quizás todos te entenderían, pero nadie lo hace; tan solo te observan como fenómeno, te ven como la excepción, eres el espectáculo que esperaban: sangre caliente, humeante, roja, viscosa, sangre para sedientos.  Sangre  que fluye pura y satisface sus mórbidas indiferencias (descompensados que tratan de sentirse bien con tu dolor: lo disfrutan).  Te miras y compruebas cuanto sangras, los miras y aprecias su satisfacción. Cortas el sangrado y te abandonan, ya no te necesitan, ya no les interesas, (buscarán alguien más, otro que sangre, que satisfaga sus sórdidas inclinaciones). Te detienes y te arrastran, ves ese constante fluir de estúpidos sedientos que pasan por tu lado, apurados tratan de llegar a sus guaridas a refugiarse, pero allí solo encuentran un dolor diferente, es un constante sufrir en carne propia y deleitarse con el dolor ajeno (pequeños vampiros de mierda).  Y tu allí, caminas, te detienes, nada cambia, todo pasa, todo queda. Te mueres y ellos disfrutan. Ellos sangran: tú descansas. Existencia de caníbales. Te alimentas de monstruos y eres comida para monstruos. Y sigues soñando, quieres cambiar, crees poder cambiar tú y cambiarlo todo, y vivir mejor, y todo estará bien, y todo todo. No sueñes más, pequeño idiota de sueños rosados.

(Febrero/17/1995)