martes, noviembre 08, 2011

Realidades... ¿?

¿Qué arriesgar cuando se ha perdido lo esencial?

Más he perdido por pequeñas cosas antes que por grandes vicios.

¿A qué renunciar cuando se ha negado la propia dignidad?

Vano es decir, cual estoico, que nada tiene importancia.

 

Somos seres hechos de sobras del tiempo

y al igual que él necesitamos espacio para vivir,

de allí, también, que desaparezcamos conforme vivimos.

Cada tic tac nos mata un poco más, nos acerca al final evitado.

 

Requiero de tanto en tanto alcohol para distorsionar

la fugaz percepción de la realidad, tomar de ella una lectura renovada,

quizá amañada, quizá errada, pero, al fin de cuentas, otra lectura…

La bebida conduce el pensamiento a niveles de comprensión

a los que difícilmente se llega desde la plana mirada de la sobriedad,

esa recepción de totalidad e inclusión a que nos acostumbramos.

El trago descompone el orden y amaña uno renovado,

ilógico por veces, difuso en otras, diferente en todo caso;

establece entre las partes relaciones y prioridades diferentes,

sencillamente, hace rumiar las ideas. 

En este sentido es un método de conocimiento.

Sin olvidar que libando licor generalmente aflora el parlanchín,

inicia sus dictados y monólogos a los que no vale la pena resistirse,

pues volverán y revolverán el estado de cosas.

Sus imperiosas palabras podrán alinearse en incomprensibles frases,

pero algo de verdad traerán consigo, al menos, la verdad no revelada,

aquella verdad que a nadie importa… menos… aún…

La sobriedad nos lleva y conduce por parajes

fluorescentes por esta ciudad maldita, cual autómatas por calles

insensatas. ¿De que nos sirve la sobriedad si nos aleja de la verdad?

 

El error, nombre que damos a no lograr lo pretendido.

El mío, por cierto, ha sido querer ver las entrañas de las cosas,

husmear, descomponer y componer hasta el límite…

bajo las capas de lo admirable se devela la vacuidad de los simples mecanismos.

 

La realidad, ¡oh error!, las realidades, son simples construcciones

de nuestra imaginación excitada, son tan provisionales como el

tiempo, existen en la medida que no se den nuevas lecturas y

hasta tanto lleguen renovadas interpretaciones,