La miseria y el desgano ahondan la pesadilla de seguir siendo.
Los demonios y fantasmas merodean mis momentos y no me dan sosiego.
Palabras graves con aire de trascendencia hacen eco en el rebujo que mi mente se ha vuelto.
Los embrujos de la mujer amada como niebla cubren mis miradas.
Ya sin visión clara pertenezco al ensueño,
mi mundo sólo ideas falsas y engaño representa,
de nada sirven embravecidos y colosales esfuerzos,
azules espejismos adornan el cruento paisaje.
Bebedizos de odio, amor y otras fútiles pasiones
inundan mi paladar con sus hieles y mieles,
el apetito de saber, tener y poder estruja mis vísceras,
el miedo irrefrenable de estar sin ser… me mata.