Estoy encerrado en una prisión donde
el viento pone los barrotes y mi mente es la guardiana,
el destino ya me condenó y sólo aguardo la sentencia
de ejecución; fatal final de mi vida mercenaria.
Y sigo allí donde nadie quiere ver ni escuchar,
lejos de los caminos que los demás recorren,
en aquel no lugar donde el tiempo se detiene,
donde mueren a raudales los sueños...
No he llegado a comprender las causales de esta condena,
quiero salir y fugarme con un pequeño sueño y
tener la libertad de ser yo... he olvidado que soy yo:
el condenado, juez y verdugo... oh maldito infierno.