miércoles, octubre 14, 2009

EL DESEO POR LO YA PERDIDO


Bastante rancio e inmanejable se vuelve el deseo de conservar lo que se ha perdido. tal es el caso de lo que despierta ese aire de pequeño y coloquial pueblecito que tuvo Medellín hasta hace no muchos años. Y es que da grima ver como se ha desvanecido la inocencia que rondaba en nuestras calles, como se ha vuelto cosa ajena e impropia esa devoción por la camándula y el apego por las verdades berreadas desde un púlpito, esa veneración por hacer obras de caridad, dar muestras de humildad (así fuera fingida), abnegación y amor cristiano por el prójimo. A cambio hoy tenemos los cementerios a reventar por los cadáveres que diariamente acumulamos en conteo desenfrenado, fruto de la intolerancia y las guerras prestadas, compradas, arrendadas o simplemente buscadas, guerras gracias a las cuales se llenan cada vez más los bolsillos de unos cuantos que sólo se dedican a gozar sus infestos réditos, mientras otras son las madres que lloran los hijos enterrados, otras las esposas que deberán cambiar el calor de un hogar por largas horas de agotadoras jornadas de trabajo para mantener unos hijos que crecerán en la soledad y el abandono para ser mañana quienes nutrirán las tropas de esos ejércitos sin nombre que día a día alimentan y acrecientan la incesante guerra…


De ese Medellín galante y ensoñador con lindas gentes como moradores ya sólo quedan unas pocas fotografías que nos permiten trazar una semblanza complicada de algo que ya ni siquiera vemos posible… dejemos para el registro una de esas fotografías:



Ya de esa tranquilidad pueblerina que se percibe en pleno atrio de la emblemática iglesia de San José poco puede apreciarse hoy parándose a las 12 del día en la conocida esquina de la avenida Oriental con Ayacucho. Ya nada queda de esa bella plaza consumida por las vías vehiculares, ya ni rastro de los arboles que engalanaron la entrada dando sombra a los espectadores desprevenidos de las efemérides acontecidas en la iglesia, hoy ni muestras de esos vecinos rezanderos que seguramente chismorrearon en torno a los novios y sus acompañantes. Hoy nos queda en el olvido aquello que no sabemos perdido, porque ni siquiera conscientes somos de que en algún momento lo tuvimos, pues, para muchos de nosotros esto nunca existió.

No hay comentarios:

Publicar un comentario