jueves, septiembre 24, 2009

Duras lides para un lego

Cosa complicada el desafiar la tecnología a punta de ganas, definitivamente se llevan todas las de perder.

Tome por caso suscribirse a un “blog” o tener la osadía de conservar uno, se torna asunto complicado concebir algo sostenible, algo que aporte (aunque sea poco) a quien se tome la molestia de leer las chorradas que se le hayan ocurrido a uno.

“Las primeras palabras son las más difíciles”, se dice uno para consolarse, pero luego se da cuenta cuan equivocado está. Las difíciles no son las primeras, las verdaderamente complicadas son todas, entre otras porque hay que hacerse responsable de lo dicho, no se puede andar derramando palabrerías, vapuleando y denigrando cuestiones sin sentido, sólo por el fatídico “hacerse leer”, algo así como por hacer ruido y “llenar el ciberespacio de materia sin valor”. Basta con dar rápidas miradas a la cantidad de barbaridades y desinformación que ya hay en la red, cuesta muchísimo trabajo diferenciar lo real de lo mítico, queda uno asombrado de la abundancia de la basura digital: datos errados, indicaciones imprecisas, intromisión en la vida ajena, desinformación, secretos y confesiones negligentes, atisbos indolentes, propósitos y despropósitos.

Lo anejo y novedoso se entrelazan en lascivas formas, quedando uno deslumbrado por la danza infatigable, pero irremediablemente perdido.

Esa facilidad para dispersar cuanta carajada se nos ocurre terminará por ahogar nuestra intención de sabernos informados, sucumbiremos ante el volumen monumental de datos sin sentido.

Cuanto más me esfuerzo por permanecer al tanto de los avances, más siento que se nos margina y marginamos a los demás, y esa lucha con crecimiento exponencial terminará por destruirnos. Seremos esclavos de lo que pretendemos gobernar, acusábamos falta de información y ahora denunciaremos imposibilidad de discernir por la abundancia de ella.

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