Una joven de cabellos curvos,
ojos grandes casi sonrientes,
pensamientos frágiles y
soñadores, pasos ágiles y gráciles,
esa ayer niña y mañana mujer,
es amada con desenfreno.
Ese amor palpitante e incontenible,
predica adoración y empeño,
abarca vida, pasión y sueño,
traduce trabajo y sudor al ceño.
Radiante nena sigue tu camino,
déjame a tu lado andar,
confía en mí, seré guardián,
compañero y amigo, y,
quizá, mañana recoja para
ti y repare un roto sueño.
No hay comentarios:
Publicar un comentario