Déspotas y tiranos alzan la voz a un dios,
hacen revolcar en miseria y dolor pueblos enteros,
imploran piedad y castigo a infieles e indiferentes,
creen estar al resguardo de la fuerza celestial.
Monjes, guerreros, villanos, pederastas;
penitentes, adoradores, creyentes;
mezquinos, bastardos, abusadores;
fieles, postrados, esperanzados…
Odios y amores en demoníaca danza,
muerte y promesa de vida en dicha eterna,
castigos y dolores insufribles por siempre,
gracias y pruebas de fe y confianza irrestricta,
¡orgiásticas poses entre bien y mal!
Sangran los cielos, vientos frescos en el infierno,
todo ha cambiado. Hoy si, mañana quizás.
Actos deleznables, santos y mártires,
¡hombres!, sólo hombres haciéndose dioses.
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