lunes, febrero 22, 2010

Miedo en la noche


Poco sé del miedo, pese a que,

en la noche él me acoge y me hace su huésped,

es más, me cubre con sus vestigios sinuosos

dejando sus penumbras en vastos rodeos amargos.



Quizá el miedo a todos nos circunde ondeante

quizá la noche se esfume entre las aguas

y nuestro miedo fluya hilarante de nada en nada

quedando nosotros vacíos en el día serpenteante.



Sólo las largas cruces nocturnas y flameantes

indican la pena en espiral embravecido y delirante

que acallan las palabras indecibles que

dicta la noche a gritos sobre el miedo absurdo.



Sos vos, noche, la innegable, cual absurdo comprendido

quien indica la miseria de la sangre congelada e inerte,

que cubre los mantos elocuentes de renovados gritos

de horror ¡dolor! de saberte perenne, sempiterno terror.



Ven a mí, miedo irrefrenable, para aprenderte y apreciarte,

para sumirte díscolo en la noche de mis afanes y parloteos,

para ayudarte a olvidar tus verdades.



En algún momento, por cortos instantes, volveremos a ser.

Tal vez.

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