Poema Maldito

Y el poema tomará la fuerza de los caídos,

el odio de los amantes, el pavor de los proscritos;

y sus caricias de amor levantarán a los vencidos,

sus estrofas gritarán en demencial silencio: 

¡Callad Perdidos!

Así, cuando la fantasía se ha restablecido,

meretrices ansiosas vagan por los sempiternos lupanares,

manan lujuriosos cuerpos chorreando gusanos lívidos,

pestilentes soplos susurran al oído mortecino:

¡El Poeta ha vivido!

Entonces, el cristo en el madero de brutal palidez dotado,

tomará un par de almas desoladas destilando oraciones,

las escurrirá de tristezas y felicidades hasta el último aliento,

y, allí en el rincón tendido en mórbida pose la visión sorprende:

¡El Poema ha fallecido!

¿Quién dirá tus voces, oh sucio loco?

¿Quién cantará tus muertos, proverbial asesino?

¿Quién satisfará tus deseos, piadoso inmundo?

¿Quién saciará tu sed, candor exquisito?

¡Dime quién Poema Maldito!